En un contexto político tan difícil como el que atraviesa Coacalco en estos momentos, resulta interesante considerar algunas de las ideas sobre el poder.En sociedades abiertas como la nuestra, nunca faltará quien pueda sentirse amenazado, ofendido o vilipendiado por raperos, titiriteros, ¿independentistas? y tantos otros que ejercen su libertad de expresión o su acción política en unas coordenadas alejadas de las posiciones en las que se ubican la mayoría de ciudadanos e instituciones. En estos casos, no parece fácil renunciar a la tentación de creer que la responsabilidad de quien ejerce el poder pasa, necesariamente, por preservar su pretendida fortaleza a través del recurso a los múltiples instrumentos de sanción de los que dispone.Para quienes así piensan, quizás no está de más recordar, que ’poco poder tiene quien únicamente sea capaz de imponer su voluntad en virtud de una sanción negativa’’no se elude el delito por miedo al castigo, sino por reconocimiento del orden jurídico, es decir, porque el derecho coincide con (su)voluntad, con (su)manera más propia de actuar, con libertad’.